martes, 21 de junio de 2011

Dos abanicos o una muñeca rusa


16.Molière no explica de dónde viene la violencia del misántropo. Lo irracional de su conducta lo hace interesante. De la misma forma ocurría en “Dejad de quererme” (ver entrada 2ª de este blog; 28 de marzo); la película fluía cuando nada era explicado. Ocurre con frecuencia en el teatro: cuanto mayor artificio, mayor verdad.
La suma del nuevo tema de nuestra versión contemporánea (el final de los ideales de juventud) al tema del original (la lucha entre conformismo e inconformismo y la hipocresía social), ¿enriquece un tema al otro o empobrece la función? ¿Da claves luminosas o hace explícita la conducta del protagonista? ¿Qué aporta y que sustrae a la obra? ¿Es una muñeca rusa en la que una perspectiva microscópica (la de Max consigo mismo) está dentro de la otra, más periférica (la de Max en sociedad)? ¿O son dos abanicos los que se abren incompatibles, agarrando a trasmano al espectador y provocándole confusión?
Si la edad, (la crisis de los 40), si el estar dolido (porque no le ha ido bien en la vida) es lo que explica todo el exabrupto del protagonista, entonces la suma de los 2 temas es una elección equivocada.
Si por el contrario ambos temas, (el tema de la necesidad de acabar con el engaño de la sociedad, y el tema de la necesidad de dejar de engañarse a sí mismo) se interrelacionen, entonces iluminará uno al otro y la obra cobra profundidad.

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