sábado, 11 de junio de 2011

Mantener vivo el peligro de la función

16.Estos días ha saltado en la prensa el escándalo de Dominique Strauss-Kahn, presidente del FMI. Más allá de lo cierto o falso de las acusaciones, lo que me interesa del asunto es la capacidad –hoy como ayer- de “matar” socialmente la reputación de una persona.
Molière trata en El Misántropo el daño irreparable que puede provocarse sobre una persona, enviándolo al limbo social (en la obra, Alceste está pendiente de un juicio por difamación). El protagonista se la juega diciendo las verdades. Por muy ridículos que sean los marqueses, son gente cercanas al poder y peligrosos si se decidieran a perseguirle. Esta dimensión se ha de tener muy en cuenta en cualquier traslación de la obra al mundo contemporáneo: es una circunstancia límite en la obra. La denuncia de la hipocresía puede ser letal para el personaje, puede dejarle sin trabajo, sin amigos, sin dignidad. Ese coraje de Alceste-Max que, a pesar de todo, se atreve a jugar con esos límites, es lo que enamora a Eliante- Mahue.

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