jueves, 26 de mayo de 2011

O es imprevisible o no es teatro


14. La grandeza de los poetas dramáticos con el secreto del teatro, es plantear tensiones imprevisibles.
Un actor, un verdadero actor, sabe que no puede atravesar su camino en el escenario cómodamente. Ahí no hay actuación. Es entendible la búsqueda de seguridad, pero el verdadero actor sabe que su arte es el del funambulista en la cuerda floja. Desde el momento en que, como espectador, no sé qué puede esperarme en el paso siguiente, entonces es cuándo me incorporo en el quicio de la butaca, fascinado. Así, la rusa Elena Gorina en “Natasha´s Dream”, dirigida en sus acciones imprevisibles por la sabia mano del director Dyikanbaev, (Festival de Otoño en Primavera). Sin ese equilibrio precario, sin esa incertidumbre no hay vida. Ni drama.
El autor y director deben velar por lo imprevisible. Si desde el principio sé por qué actúa así el misántropo, ¿voy a esperar hora y media para ver confirmadas mis convicciones? Vamos al teatro para vivir las tensiones y emociones que vivimos soterradamente. Hacemos teatro para saber qué queremos contar, y cuando continúo deseando poner en escena una obra es porque aún no he descubierto qué me está diciendo...
Mi abuelo Xènius (con fama de escritor de difícil comprensión), cuando preguntó a su secretaria si la glosa que acababa de dictarle era clara, y ella así lo afirmó, le espetó para su perplejidad: “Pues oscurezcámoslo”.
Así me pregunto yo, ¿no convendría que este misántropo contemporáneo permanezca en el misterio?, ¿no debería este fantasma de personaje pervivir en lo oscuro imprevisible sin el que no hay arte? Seguiré meditando sobre ello en la próxima entrada de este blog.

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